Una de cada 10 parejas se separa nada más terminar el verano. Son datos que maneja la Unidad de Psiquiatría del Hospital de La Salud de Valencia. Este fenómeno hace que la demanda de terapias de pareja se dispare durante el mes de septiembre.
Es una dinámica intrigante. Cómo puede ser que el verano, un periodo de alegría y celebración, se torne en algo tan amargo como una ruptura. Cómo puede ser que tu pareja, una de las personas más importantes de tu vida, se termine transformando en un lastre, en algunos casos, en tu mayor enemigo. Al menos así lo conciben algunas y algunos.
Durante las vacaciones de verano, la relación de pareja se muestra en su completa desnudez. Se despejan ciertos puntos de distracción que están presentes a lo largo del año: el trabajo, las responsabilidades diarias, la intendencia de la casa, etc. Hay parejas con hijos que incluso dejan a los niños con los abuelos y vuelven a disfrutar de tiempo a solas.
Si los lazos de pareja se han deteriorado, en esos momentos de intimidad, la pareja se muestra tal y como es. Me sucedió a mí con mi exmujer, mi anterior pareja. Después de 10 años de matrimonio, cuando dejábamos a los niños con los abuelos en verano, no sabíamos de qué hablar. Nos sentábamos en la terraza de un bar a tomar una cerveza y a los pocos minutos nos quedábamos en silencio. Parecíamos dos extraños.
Digamos que el verano muestra en toda su dimensión la cruda realidad. Si la convivencia entre ambos es complicada, se manifestará con más virulencia durante el tiempo de vacaciones. Si entre los dos, ya no queda nada, poco se podrá construir, aunque pasen tiempo, juntos. No es que el verano rompa las parejas, es que la pareja ya estaba dañada y los miembros no eran conscientes de hasta qué punto era así.
Las causas que rompen una pareja.
Aunque cuando hablamos de parejas no es bueno generalizar, la revista Doctoralia nos presenta en un artículo los factores más comunes que suelen incidir en la aparición de una crisis de pareja. Curiosamente, la infidelidad no es ninguno de ellos. Podríamos decir que es una consecuencia, y no una causa. Estas son las causas reales que suelen motivar las crisis de pareja:
- La falta de comunicación. Esta es la razón más importante. En el momento en que cualquiera de los miembros de la pareja, o los dos, no puedan expresar con libertad sus sentimientos, por miedo a la reacción que adoptará el otro o por temor a dañarlo, ya se han roto todas las bases de confianza. La pareja se ha transformado en un escenario hostil en el que no nos podemos desenvolver con naturalidad. En el que nos sentimos prisioneros, en lo que se supone que es nuestro entorno más próximo.
- Pérdida de intimidad. Debemos tener siempre en consideración que una pareja son dos, no es un ente superior. Por tanto, debemos dejar espacio a la intimidad del otro. Es normal que cada uno tenga sus propias inquietudes, sus propios gustos, sus propios intereses que no tienen por qué coincidir. Debemos respetarlos. En una pareja es importante el tiempo que pasan juntos, pero no lo es menos, dejar espacio para que nuestro compañero se expanda. No es bueno prohibirle aquellas cosas que le hacen feliz. En todo caso, y en la medida en la otra persona nos permita, deberemos preocuparnos por ellas, invitarle a compartir, felicitarle en sus avances y alentarle ante las dificultades.
- La rutina. La rutina mata las parejas. Es curioso como cuando una relación de pareja está en sus inicios, cuando estamos en la fase de conocimiento, nos esforzamos por hacer cosas nuevas, diferentes. A medida que una pareja se estabiliza, repetimos siempre las mismas acciones. Esto nos sumerge en una sensación de aburrimiento que mata todo el interés que en un principio nos inspiraba la otra persona.
- Diferencias de valores y metas. Hemos dicho antes que en una pareja cada miembro debe tener su propio espacio; sin embargo, si las metas y valores son opuestos entre el uno y el otro, llega un momento en que no casan, como el agua y el aceite. La vida va evolucionando y cada individuo toma una serie de decisiones que le llevan por un camino. Hay casos en los que los caminos de la pareja se bifurcan y se van alejando. La falta de comunicación nos puede llevar a esta situación. Por otro lado, es bueno que la pareja se proponga sus metas colectivas (compartidas por los dos), sin menoscabo de las metas individuales.
- Los problemas económicos. Dice el dicho popular que cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana. Aunque no nos guste, es una triste realidad. Los problemas económicos pueden crear tirantez en la pareja y llevarles a un alejamiento progresivo. La pareja es un equipo, que va más allá del disfrute. Los baches económicos son una prueba de fuego que deben afrontar entre los dos.
- El control excesivo y las relaciones tóxicas. Este es otro problema frecuente en las parejas. Pensamos que como la otra persona vive con nosotros, es de nuestra propiedad. Por eso llegamos a controlar con quién se relaciona, con quién habla, miramos hasta los mensajes y llamadas que recibe en su móvil o la espiamos en redes sociales. Es decir, creamos un ambiente que se vuelve irrespirable.
- El estrés laboral, la llegada de un hijo, etc. Estas son circunstancias que van restando tiempo y atención a la vida de pareja. Muchas veces son situaciones sobrevenidas, que no teníamos previstas o que cuando aparecieron no supimos gestionarlas. Vivir en pareja no significa desatender otros aspectos de la vida, pero debemos ser capaces de reservar tiempo para la pareja para que esta no se vaya marchitando con el paso del tiempo.
¿Son efectivas las terapias de pareja?
Cuando una pareja entra en crisis, una de las herramientas que tenemos para superarlas es someternos a una terapia de pareja. Varios psicólogos con los que hemos hablado nos han dicho que en los primeros episodios de la crisis, las terapias de pareja son altamente efectivas.
Los psicólogos de Psi Barcelona, un gabinete de psicólogos que adoptan el enfoque de la terapia Gestalt y que llevan ayudando a parejas para superar sus problemas desde hace 15 años, nos cuentan que las terapias de pareja fomentan la asertividad y la empatía en la pareja. Herramientas que permiten sacar a la luz desacuerdos enquistados y, con frecuencia, ocultos, permitiendo que la pareja los afronte sin que nublen otras características de su relación.
De entrada, las sesiones de terapia crean un espacio neutro que obligan a que la pareja se comunique y permiten restablecer principios básicos como el respeto y el interés por el otro. Todo ello, guiado desde fuera por un profesional, que al no ser parte de la pareja, tiene un campo de visión más amplio y despejado.
Es cierto que algunas parejas tras someterse a una terapia deciden separarse. Nos dicen los psicólogos que son los casos menos frecuentes. Aun así, la terapia de pareja permite que la separación se efectúe de forma civilizada, sin juzgar, ni culpar al otro, y pudiendo afrontar las responsabilidades que ambos tengan en común.
Repetimos patrones.
La psicóloga Sandra Farrera indica en la revista digital Top Doctors que las parejas tienden a repetir patrones. Por eso, una de las primeras preguntas que ella hace a las parejas que pasan por su consulta es que le expliquen cómo se relacionaban sus padres.
Aunque no lo queramos, nosotros repetimos con nuestras parejas determinados aspectos de la relación que tenían nuestros padres. Es el entorno en el que hemos crecido, nuestro punto de referencia de lo que es una pareja. En gran medida, el ser humano, aprende sobre la base de la imitación.
Si bien una pareja es una especie de organización, una organización de dos, esta se da en un ambiente social más amplio. En una sociedad históricamente determinada. Ciertas relaciones que se dan en la sociedad las reproducimos en la pareja, pero amplificadas. Más que otra cosa, porque tenemos poder para hacerlo.
Un ejemplo de ello es el control y la manipulación. Cuando estamos en el trabajo, nuestro jefe nos controla, más o menos, el tiempo que estamos allí. Orienta nuestros esfuerzos para conseguir los objetivos de la empresa, que no son los nuestros. Nuestro interés es cobrar a fin de mes. Cuando llegamos a casa reproducimos en parte esa relación con nuestra pareja y nuestros hijos.
Un aspecto bastante tóxico que se da, a un nivel u otro, en las parejas es la dependencia. Una dependencia que puede ser económica o sentimental. La dependencia otorga poder a la parte más fuerte. Pudiendo condicionar en gran medida el comportamiento del otro.
Lo peor de todo es que transforma lo que debería ser una unión voluntaria de dos personas libres en una relación de sometedor y sometido.
La terapia de pareja puede reorientar este aspecto y otros más.